miércoles, 30 de julio de 2014

El buen comer como placer erótico

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Deleitar todos los sentidos con los alimentos es la propuesta de los restaurantes eróticos. La creatividad, la sensualidad y sabores se mezclan para despertar la sexualidad.
Por: Redacción Vivir
El buen comer como placer erótico
Para comenzar, ‘Entre el instinto y el deseo’, en el plato fuerte ‘Brota su inspiración y suavidad’, y como postre una ‘Noche de pasión desenfrenada’. Este podría ser el menú en Te Encantaré, un restaurante-bar erótico en el norte de Bogotá.
Todo comenzó con los afrodisiacos en el siglo XX a.C., cuando los papiros egipcios hacían referencia a los alimentos que despertaban el deseo sexual. Después el hipocrás, la bebida popular de la Edad Media, a base de vino y miel, que utilizaban los hombres para mantenerse vigorosos en la guerra y las cortesanas para soportar una faena amorosa durante toda la noche.
También se dice que Josefina Bonaparte, la esposa de Napoleón, confiaba ciegamente en las propiedades afrodisiacas de algunas hierbas y alimentos, especialmente en el aroma de las violetas, que era para ella el complemento perfecto para una noche de pasión.
Estas historias, entre muchas otras que funden el amor y la sensualidad con alimentos y fragancias, han sido fuente de inspiración para restaurantes temáticos y específicamente para los eróticos, que cada vez son más recurrentes en el mundo.
Te lo dije Pérez en España y Afrodita en Portugal, son algunos de los más reconocidos. Pero América Latina no se ha quedo atrás. Te mataré Ramírez en Argentina y Santo Remedio en Chile fueron los que incentivaron la creación de Te Encantaré, el primer espacio de este tipo que apareció en Colombia.
Todos estos restaurantes trabajan bajo el mismo concepto: hacer que los comensales tengan una experiencia única a través de la combinación de aromas y sabores en los platos. Sin embargo, todos lo hacen de manera distinta. La decoración y el ambiente son los toques centrales que marcan la diferencia.
En Bogotá, la idea surgió de la administradora de empresas Juliana Conde, quien cuando conoció la propuesta en Argentina, quiso implementarla en Colombia.
Comenzó en La Macarena, pero hoy está en Usaquén en un espacio de dos pisos que recibe a los visitantes con una cava de vinos y los despide con la obra del artista cartagenero Álvaro Emiliani, que consiste en unas pequeñas sillas de cerámica con piernas de mujer que a la salida las personas pueden poner en la forma en que deseen.
“La conquista y la sensibilidad hacia los temas del amor se han perdido y este es un espacio que se encarga de volverlos a traer a escena con detalles finos”, recalca su creadora.
Desde la vajilla en forma de cuerpo de mujer o de la concha de afrodita, pasando por sillas en forma de cuerpos de mujeres desnudas y saleros a manera de espermatozoides, son los toques distintivos del restaurante.
La cocina, como lo señala el chef Ricardo Acosta, es un laboratorio en el que se experimenta con cada alimento para encontrar la manera adecuada de fusionarlos.
Los platos, con nombres poéticos que transforman una carne a la parrilla en ‘El instinto y el deseo’, buscan deleitar todos los sentidos. Como señala Juliana, “todo entra por los ojos” y por ello la presentación y el juego de colores con los alimentos son indispensables.
Además, se mezclan texturas suaves con crocantes y alimentos fríos con calientes; y se juega con los sabores y el olor del jengibre, el cardamomo, los vinos y otras especias que generan sensaciones y reacciones agradables en el cuerpo. Todo esto siempre acompañado de música especial que combina sensualidad con diversión.
De esta manera se crea un restaurante con ambientes distintos y que no sólo funciona para una noche romántica, sino para tomar cocteles afrodisiacos con grupo de amigas, para hacer despedidas de soltera o para un simple encuentro en familia.
Porque en realidad el reto de esta propuesta es exaltar el placer de compartir, sin importar con quién, dice Juliana. Porque, según ella, hoy la gente está más abierta a ideas distintas y originales. Ya no hay tabús a la hora de buscar un rato agradable, porque lo alusivo a lo sensual, erótico y al amor dejó de ser una preocupación para convertirse en algo deleitante”.

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